lunes, 28 de diciembre de 2009

Los mejores del año

Los Óscar de 2009 (1ª parte)
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Las comparaciones del fútbol con el mundo del cine suelen ser muy acertadas. Jorge Valdano fue uno de los últimos en hacer referencia al séptimo arte para definir un aspecto futbolístico: “Florentino Pérez prepara una superproducción”. Llegados al final de 2009 es hora de echar la vista atrás y elegir a los protagonistas del año que se cierra. Cada uno de los elegidos vivió alguna historia digna de la película más taquillera de Hollywood, aquí va este particular top.
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“Alien: Resurrection”: Ronaldo Nazario
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Iba para crack, para el mejor de la historia según algunos. Sus incursiones en la defensa contraria recordaban las del más sanguinario Alien en las naves espaciales. Completó dos campañas estratosféricas en Barcelona e Inter antes de destrozarse la rodilla por dos veces consecutivas. Adaptó sus condiciones físicas (mayor peso, menos explosividad) al juego. Redujo su campo de acción a los últimos 15 metros. Perdió velocidad, es cierto, pero ganó en experiencia y definición. Con todo, se convirtió en el mejor delantero del mundo, el máximo goleador de la historia de los mundiales y conquistó títulos allí por donde fue.
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Superada la treintena y con una forma física que recuerda al gremio de los ex jugadores volvió a reventarse la rodilla. Esta vez sí parecía su final. Pero volvió y sigue goleando en la liga brasileña. Es cierto que no es la más competitiva del mundo, que los defensas piensan en mil tareas antes que en defender, que tira los penaltis y que todo el equipo juega para él. Pero no nos quedemos en lo trivial, lo cierto es que Ronaldo ha vuelto a reinventarse. Ya ni siquiera corre más de 10 metros, ni puede irse de más de un defensa, pero sigue siendo un delantero competitivo. Es el tercer Ronaldo que se ha conocido y, con las mayores limitaciones del mundo, sigue haciendo goles. Por esto y por lo que ha representado para la historia del futbol merece un puesto entre los más destacados del año.
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“Esta casa es una ruina”: Atletico de Madrid.
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Lo del Atleti ya suena a cachondeo. El año no ha sido tan malo como se da a entender, pero es que el Atlético vende más por sus sufrimientos que por sus celebraciones. Ha jugado Champions, ha completado buenos partidos como ante Barcelona y Real Madrid la temporada pasada y aún está vivo en las tres competiciones, pero aunque la fachada es aparente, por dentro esta casa es una auténtica ruina.
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Unos dirigentes que son acusados día sí y día también de chorizos, un crack como Agüero que piensa más en su futuro lejos del Manzanares que en cómo arreglar los problemas, un entrenador destituido con rajada de algún jugador incluida, un técnico nuevo que da síntomas de hartazgo cuando no lleva un mes en el cargo. Es cierto que al Atlético se le tiene que dar horriblemente mal la campaña para bajar, pero en el club la palabra descenso crea un miedo inimaginable. Ya le ocurrió hace no tantos años y la plantilla no se lo creía. Que se lo pregunten a los Kiko, Valerón, Hasselbaink, Baraja, Capdevila, Molina y compañía. Si al final el desastre se consume, lo bueno que le queda al Atleti es que su gabinete de comunicación preparará un anuncio espectacular que hará a los colchoneros sentirse más orgullosos que nunca (ver “Papá, ¿por qué somos del Atleti?” o “Un añito en el infierno”). Así es el Atleti, una casa que sólo interesa cuando las cosas van rematadamente mal. Una casa que es una ruina.
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“Memento”: Ronaldinho
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Cualquier tiempo pasado fue mejor. El protagonista de Memento era un hombre atormentado incapaz de generar recuerdos a corto plazo. La última imagen en su cabeza es la de su mujer falleciendo y por eso se tatúa en su cuerpo todo lo nuevo que le ocurre para evitar olvidarlo. El crack brasileño ya no es capaz de recordar cómo se regateaba, ni cómo se pone en pie a la afición con quiebros imposibles, pases mirando al tendido o regates de fantasía. Quizás tenga que tatuarse en su cuerpo los recuerdos de cuando fue el numero uno y asombraba a todo el planeta.
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Aún se observan ciertos atisbos de un jugador que fue grande, pero insuficientes para volver a la cima. En el Milan es intrascendente, en la selección brasileña lucha por ir citado y su nombra suena a pasado en las galas de entrega de premios de final de temporada. 2010 es un año decisivo para él. El Milan quiere volver a estar arriba y la Copa del Mundo puede servir de incentivo para que Ronaldinho vuelva a centrarse de una vez por todas. Esperando su vuelta, siempre nos quedará la videoteca para asombrarnos con su magia en el Barcelona. Estos videos de jugadas maravillosas son sus particulares tatuajes.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Los problemas del Real Madrid

Horizontales y verticales
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Para un mejor entendimiento simplificaremos el problema. Sólo existen dos tipos de jugadores: los horizontales y los verticales. Los futbolistas verticales tienen la portería rival como obsesión. Son rápidos, eléctricos pero su entendimiento del juego a nivel general brilla por su ausencia. El jugador vertical cree que el camino más corto entre el punto “A” y el “B” es la línea recta. El brasileño Ronaldo era el prototipo de esta especie. Podía pasarse 89 minutos sin tocar la bola, pero cuando se le metía entre ceja y ceja el arco rival más de uno se ponía temblar.
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El jugador horizontal es más cerebral. Entiende el juego como un todo e intenta que sus acciones se adecúen al bien del equipo. Para llegar a un punto “B” desde otro “A”, muchas veces hay que dar algún rodeo. Zinedine Zidane es un buen ejemplo. En la primera era galáctica, con una plantilla llena de jugadores verticales (el propio Ronaldo, Figo o Roberto Carlos), el francés marcaba el ritmo del partido. La forma de jugar del Real Madrid se basaba en gran parte en lo que Zidane enseñaba en el campo, otros se encargarían luego de definir.
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Para la presente temporada, Florentino Pérez se propuso devolver al Real Madrid a lo más alto. Prometió no repetir los errores del pasado, pero nadie puede evitar hacer referencia a las analogías entre las dos épocas. Volvió a llenar el campo de jugadores verticales: al tan efectivo como poco participativo Higuaín, se le unieron el definidor Benzema y el jugador con la verticalidad más acentuada del mundo, Cristiano Ronaldo. El explosivo estaba comprado, sólo faltaba quien encendiera la mecha. Xabi Alonso fue nombrado capataz de las labores de construcción desde el medio del campo, como ocurre en la mayoría de equipos. Al pensar en el otro encargado de darle empaque al juego madridista se pensó en Kakà y ahí empiezan los problemas.
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Media punta de las últimas temporadas en el Milan, el brasileño fue fichado como el Zidane de la segunda era galáctica, el encargado de participar activamente en todas las jugadas ofensivas de los blancos. Tres meses después de su llegada, Kakà ha demostrado que se trata de un jugador totalmente vertical, alejado de la horizontalidad de Zizou. Sus armas no son la pausa, el cambio de juego o la protección del balón, características excelsas en el francés, sino que destaca por su conducción de balón y pase en los metros finales.
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Contra el Barça se vio la mejor versión de Kakà y del Madrid. Ante un equipo con predominio de jugadores horizontales (Busquets, Xavi, Iniesta e incluso Henry o Ibrahimovic), los verticales del Madrid lo tuvieron fácil: presionar arriba, forzar errores del rival y aprovechar los espacios dejados con velocidad. Los Cristiano, Higuaín o Kakà se sintieron muy a gusto y el Madrid demostró que es un rival a tener en cuenta en los grandes partidos.
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El problema está en la regularidad. En un partido de poder a poder, la velocidad en las acciones puede causar estragos, pero ¿qué ocurre cuando el rival es claramente inferior? En estos casos, el contrario tiende a encerrase. A levantar un muro delante de su portería de manera que para los jugadores verticales es más difícil el acceso. Entre un punto “A” y uno “B” con un muro de hierro en medio del camino, los jugadores verticales tienen a chocarse una y otra vez contra el obstáculo. Ahí es donde se hace necesaria la función del jugador horizontal que les explique que para sortear el muro lo mejor será rodear el mismo.
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Al Madrid le sobra calidad para asustar a cualquiera pero le falta elaboración para superar todos los obstáculos. De momento ha demostrado que sabe jugar con inteligencia un partido de poder a poder, que no es poco. Le falta aplicar la fórmula a partidos con exigencias distintas. Y esta vez, lamentablemente, no está Zidane.

martes, 24 de noviembre de 2009

Sergio Busquets, de promesa a indiscutible

El pivote pulcro
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Temporada 2007-08. Un técnico joven y con ideas revolucionarias destaca en le tercera división catalana. Se trata de Pep Guardiola y su Barcelona B que comanda con suficiencia la clasificación con jugadores de calidad y un juego de toque no habitual en tales categorías. Un grupo de ojeadores de equipos de Primera (entre los que se encuentra Víctor Orta, mano derecha de Monchi en el Sevilla) observa con detalle las evoluciones del equipo de Pep en un partido. Pronto se inicia un debate sobre el medio centro del filial culé. Es alto, espigado, con la cabeza siempre arriba, buscando la solución más fácil. Hace todo con limpieza, naturalidad y apenas pierde balones, pero sus críticos salen a la luz: juega a un ritmo demasiado bajo, demasiado sobrado. Poco competitivo, piensan, para categorías superiores. “Este chico no vale para Primera”, es la conclusión que saca la mayoría de los presentes.
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Dos años después, Sergio Busquets sigue jugando con el mismo aire de suficiencia que lo hacía entonces. Rara vez se le ve hacer un regate, o un pase entre líneas espectacular, o llegar con peligro al remate (exceptuando las jugadas de estrategia). Pero rara vez yerra un pase. Las estadísticas televisivas suelen centrarse en el número de pases acertados por Xavi a lo largo de un partido, pero más de uno se sorprendería si mostraran las de Busquets. Su clarividencia para buscar la solución correcta en el pase hace que la consideración de pivote “defensivo” suene injusto en su caso.
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Además, tiene 21 años pero juega como un veterano de 31. Utiliza el cuerpo como pocos para cubrir el balón y tiene el oficio necesario para competir al máximo nivel (junto a una tendencia salgadiense – perteneciente a Michel Salgado- a exagerar las entradas del rival revolcándose por el suelo). Su personalidad es evidente: “Me llamo Sergio, no Sergi”, repite a la prensa a pesar de que en la web del club se refiera a él en ciertos textos catalanizando su nombre. Y esa personalidad se traduce en el césped, con aire de futbolista de barrio que no se arruga ni ante el argentino más barriobajero. Los jugones del Barça y la selección seguro que lo agradecen.
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Busquets siempre se ha visto envuelto de un halo de buena suerte. Que Guardiola haya sido tu entrenador en Tercera lo demuestra. Que al subir al primer equipo te rodees de Xavi, Iniesta, Toure o Keita también. Incluso con cuatro años, el ángel de la guarda de Busquets le salvo de la tragedia. El entonces portero del primer equipo y padre de la criatura, Carlos Busquets, salvo con un gesto heroico a su hijo de una plancha que se le venía encima. El protector padre sacrificó sus manos de guardameta culé por la salud de su pequeño. Aunque otra versión de los hechos señaló entonces a un accidente de moto (prohibido en el código interno del Barça) como verdadero culpable de la baja.
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Sea como fuere, con mayor o menor dosis de suerte, el mérito del pivote barcelonista es incuestionable. A su lado, todos son más felices. En la selección, el deprimido madridista Xabi Alonso sabe que puede salir tranquilamente al ataque porque cuando vuelva a su posición defensiva habitual, el bueno de Busquets tendrá todo recogido y limpio. Algo parecido a lo que le ocurre a Xavi en Barça. El pulcro Busquets tiene como misión especial que todos sus acompañantes sean un poco más felices a su lado.
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El Barça y la Selección juegan de lujo. ¿El punto en común? Para la mayoría de analistas el cerebro de Xavi, la verticalidad de Iniesta o la seguridad de Piqué. Pero no olvidemos que el que mantiene todo limpio y ordenado es Busquets. El pulcro Busquets.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Jesús Navas y Pablo Hernández, por un puesto en la lista

El rey del silencio y el maestro del bullicio
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Agosto de 2010. Minuto 70 de los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica. España pierde uno a cero contra Italia y el fantasma de los cuartos asalta la conciencia de los españoles. Del Bosque necesita una solución de urgencia y prepara un cambio; algo diferente que cambie el rumbo del encuentro y eso solo se lo puede dar un extremo eléctrico que acelere el ritmo del juego. Del Bosque mira al banquillo y solo encuentra un jugador de tales características. En ese momento recuerda el momento de dar la convocatoria y cómo tuvo que decidir para el puesto entre dos hombres: Jesús Navas y Pablo Hernández. Dos jugadores tan similares y tan diferentes.
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Jesús y Pablo son dos chicos introvertidos. Lejos del aspecto hercúleo de los futbolistas de hoy en día, ambos tienen una apariencia frágil, de futbolista de antes, y su juego se encarga de demostrarlo; buscan cobijo en la banda donde la verticalidad y rapidez en las acciones preside su juego. Como los extremos a la antigua usanza. Sus similitudes son varias: nacidos en el 1985, los dos sobrepasan justitos el metro setenta de estatura y son capitales en el foco ofensivo de sus equipos. Pero Jesús Navas y Pablo Hernández tienen algo que los diferencia: el ruido.
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El 23 de noviembre de 2003 Jesús Navas debutaba en Primera División dos días después de cumplir la mayoría de edad. Desde su estreno, la vida deportiva de Navas ha estado acompañada de un ruido ensordecedor. Familiar hasta extremos impensables, Navas ha desarrollado una dependencia de su entorno más próximo que le ha impedido poder ir a las concentraciones de los equipos en los que militaba. Su evolución en el futbol español ha sido tan vertiginosa como su forma de eliminar defensas. Pronto los periódicos se encargaron de nombrarlo como la nueva perla de la cantera sevillista. Ruido. Su problema con las concentraciones y la necesidad de acudir a los psicólogos le dieron un toque de morbo del que gusta en los medios. Más ruido.
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Al mismo tiempo que Navas deslumbraba con el Sevilla, Pablo Hernández disputaba con el juvenil del Valencia su última campaña antes de ser cedido al Onda, de Tercera División. Luego le siguieron las experiencias del Valencia B y Cádiz hasta llegar a Getafe, donde se hizo un sitio en Primera, sin que tocara las categorías inferiores de la Selección. Su vuelta al Valencia no aclaró su camino: debía luchar con un puesto con Joaquín. Hasta marzo no completo ningún partido completo, pero a partir de este momento se hizo indiscutible. En el Valencia sus actuaciones siempre están a la sombra de los mediáticos Silva, Mata y Villa, aunque lidere el apartado de más asistencias de gol en Liga. Silencio. Su carácter tímido y sus pocas apariciones en los medios tampoco ayuda. Más silencio.
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Jesús ha encontrado siempre el reconocimiento de afición y medios, a Pablo le ha costado mucho más. Jesús ha sido un habitual en la banda derecha sevillista casi desde su debut, Pablo ha tenido que deambular por diversos escenarios hasta ganarse el respeto en su casa. Jesús ha luchado con el viento a favor de un equipo que atravesaba el mejor momento de su historia, Pablo ha sobresalido dentro de la mayor crisis institucional del conjunto che. Navas tiene a su favor la opinión pública y una campaña mediática, brillantemente iniciada desde Sevilla, que cada vez gana más adeptos. A Pablo Hernández le avala lo de siempre: competitividad para ir derribando todas las barreras que se le pongan por delante. Eso sí, silenciosamente.
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Restan 20 minutos contra el muro italiano para cambiar la historia de España. Tiempo para los valientes y los futbolistas sin complejos, para los acostumbrados a la lucha. El cuarto árbitro señala el cambio. Silva abandona el campo y en su lugar entra...

domingo, 18 de octubre de 2009

Raúl, suma y sigue

El hombre con más suerte del mundo
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Existen delanteros goleadores y otros que son más asistentes. Los que saben jugar de espaldas y los que prefieren espacios abiertos para aprovechar las contras. Los hay chupones y los que prefieren combinar con sus compañeros. Los que trabajan incansablemente dificultando el juego rival y los que parecen apáticos hasta que les llega un balón en condiciones. Los hay altos y bajitos. Zurdos y diestros. Rubios y morenos. Guapos y feos. Y luego esta Raúl, inclasificable.
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Si se tuviera que elegir la principal característica del 7 blanco muy pocos se pondrían de acuerdo. Descartadas la velocidad y el regate por razones obvias, no parecen servir como principales armas de Raúl su golpeo de balón, una calidad desmesurada o el pase milimétrico. Ardua tarea la de definir al 7 blanco. Quizás el que mejor definió el juego de Raúl fue Jorge Valdano. “Raúl es el crack mental”, explicó. Bonitas palabras con acento argentino, pero palabras sin más, poco traducibles de cara a explicar sus actuaciones en campo de juego.
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Existe otra segunda visión para definir a Raúl, la de sus críticos. El crítico de Raúl es un sujeto singular. Esta acostumbrado al cambio, a la novedad, a encumbrar al nuevo antes de ver la misma cara todos los domingos. Prefiere la cocina moderna a los platos tradicionales. Los nuevos héroes del videojuego a Mario Bross. El Powerade sabor kiwi que el clásico Aquarius. La joven de minifalda que su mujer de toda la vida. El bar de la esquina es su lugar elegido para efectuar su disección, con una buena dosis de cerveza en la mano. En la exposición de su desmenuzado estudio elige un tono de voz más alto del habitual, sin duda para que sus argumentos puedan escucharse con mayor facilidad.
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Suelen ser gurús del análisis deportivo, con grandes conocimientos tácticos, que traducen su concienzudo examen en una frase: “Ese tío tiene mucha suerte”. Hay que agradecerles que después de un estudio tan complejo tengan la delicadeza de traducirlo en una frase que todo el mundo pueda comprender. Resulta curioso, por cierto, que entre este género de analistas deportivos no figure ninguna persona del mundo del fútbol. Ningún jugador, dirigente o entrenador (los que se supone que más saben de esto) ha dirigido nunca una mala palabra hacia Raúl.
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Pero centrémonos en Raúl. Aceptemos esa teoría. Raúl es un hombre con suerte. El tío con más suerte del mundo habría que añadir, porque 15 años después sigue mostrándola domingo a domingo. Pero, ¿acaso no es eso un mérito? Una película española llamada “Intacto” ofrece una curiosa teoría sobre la suerte. En el film, los protagonistas compiten por ver quién tiene mas suerte de todos sometiéndose a pruebas que ponen en riesgo su propia vida. En la película se mantiene la tesis de que la suerte no es aleatoria, sino que es una virtud que algunos individuos tienen y otros no. Si dos personas juegan a la ruleta rusa, el que se vuele la tapa de los sesos de un balazo no se decidirá de forma casual, sino que lo hará el que tenga intrínsecamente peor suerte, al igual que ante un test de inteligencia el más inteligente obtendrá mejores resultados.
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En esta película, Raúl seria campeón del mundo de ruleta rusa. Nunca se ha visto un jugador con más suerte en el césped. Hace el desmarque al primer palo y resulta que casualmente es el lugar al que Granero envía el balón. Decide golpear con el exterior y, casualidades de la vida, el portero yace acostado sobre el primero. Tras una cabalgada de Marcelo, prefiere esperar la pelota en el punto de penalty en vez de entrar en el área pequeña. Pero la suerte le vuelve a sonreír y ese es el lugar donde el brasileño envía el balón. Partido tras partido, semana tras semana, temporada tras temporada Raúl sigue dando muestras de brillantez, perdón de suerte, y sigue sumando récord tras récord en su museo particular.
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Así es Raúl, el hombre con más suerte del mundo. O “el crack mental” si se prefiere decir en verso. Llegara un día, más pronto que tarde, que Raúl dejará el fútbol y entonces lo extrañemos, especialmente sus críticos que echarán en cara a los nuevos jugadores que no se comporten como Raúl. Pero tranquilidad, el día que lo deje seguramente le tocará la lotería. Es lo que tiene ser el hombre con más suerte del mundo.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

El Athletic de Bilbao a punto de hacer historia

Disfrutemos de un histórico
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Tres jornadas de liga y tres equipos comandan la clasificación. Todas las apuestas señalaban como lógico el inicio de Madrid y Barça, pero sorprendentemente no están solos. Les acompaña el Athletic de Bilbao, otro histórico. Y a uno no puede más que agradarle la clasificación de esta institución en lo más alto de la liga, aún sabiendo que lo suyo sí será pasajero. Es el Athletic un equipo acostumbrado a sufrir en los últimos tiempos. Su propio apodo de “leones” encierra ese dramatismo. Cuenta la leyenda, que San Mamés, santo que da nombre al estadio, fue un mártir cristiano que, obligado por los romanos a abandonar su fe, fue en última instancia arrojado a los leones. San Mamés consiguió amansar a las fieras con lo que a los verdugos no les quedó otra solución que sacrificarlo clavándole un tridente en el abdomen. El Athletic lleva demasiado tiempo con ese tridente: 25 años sin celebrar título alguno.
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Pero lejos de desangrarse el conjunto bilbaíno da últimamente muestras para el optimismo. Primero fue la ansiada final de Copa, y su correspondiente clasificación para la UEFA. Ahora, es este prometedor inicio en liga con una nueva generación de jóvenes con descaro y buenas maneras. A los Llorente, Javi Martínez o Toquero, se unen ahora jugadores como Muniaín o Aketxe (vasco por su apellido, porque por aspecto bien parece un surfero californiano). Junto a ese aire de novedad, el Athletic sigue representando los valores más tradicionales del fútbol. Todo, empezando por su equipación, tiene un aroma clásico. Jugadores de las proximidades, sentimiento de pertenecer a algo más que un equipo de fútbol, jugar en el único estadio que ha visto todas las temporadas de historia de la liga española, la continua evocación a mitos del club (como el busto de Zarra) etc.
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Su fútbol dista mucho de lo que ofrecen Real Madrid y Barcelona. Lo del Athletic recuerda a épocas pasadas. La rapidez en sus acciones, reforzadas por una tremenda entrega, lucha y noble agresividad, hacen de los bilbainos un equipo de rachas. Al más puro estilo Braveheart, cuando el Athletic tiene sus minutos de furia, apoyados por su fiel hinchada, el rival no encuentra lugar en el que esconderse, ni cueva en la que refugiarse. También puede ocurrir que estos atributos poco futbolísticos no sean suficientes, y es entonces cuando el Athletic sufre. De hecho está bastante acostumbrado a sufrir en los últimos años.
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Para quien no entienda lo que es el Athletic debería ver la semifinal de Copa del año pasado frente al Sevilla. Con una copiosa lluvia, para darle un aspecto más heroico a la cita, los leones recibían al Sevilla con la obligación de remontar un gol si querían estar en la final 25 años después. Al vendaval metereológico se unió el futbolístico del Athletic. Tan solo tardó unos minutos en darle la vuelta a la eliminatoria. El ambiente fue fabuloso, el fútbol desplegado por los rojiblancos también. El resultado: la ansiada final de Copa por fin llegó.
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Para quien no entienda lo que significa ser aficionado del Athletic debería pasarse algún domingo por San Mamés, la Catedral. O cualquier estadio donde la afición se desplace en masa, como ocurrió en Valencia durante la pasada final de copa. Una afición que llenó las calles de Valencia repleta de optimismo, cánticos y respeto por el rival. Una afición que no cesó de animar a su equipo ni aún cuando perdía por 1-4. Una afición que una vez concluido el encuentro se puso en pie para ovacionar por igual a los dos finalistas, al vencedor y al derrotado, sin entender de fanatismos.
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Así es el Athletic de Bilbao, el tercer equipo en la clasificación histórica de la liga, el único junto a Madrid y Barça en permanecer todas las temporadas en primera división, el mismo que fue el padre y sirvió como embrión del Atlético de Madrid. Pero además de estos datos históricos, el Athletic es a día de hoy líder junto a Madrid y Barça de la liga española. Si hoy gana en Tenerife sumará cuatro victorias en las cuatro primeras jornadas de liga por primera vez en su historia. Disfrutemos de este histórico mientras podamos, que seguro llegarán tiempos peores para los leones, donde el tridente del abdomen dolerá un poco más.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Jose María Gutiérrez, ¿genio o farsante?

Guti, el eterno debate
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Cuando Jorge Valdano dirigía al Real Madrid en el año 95 mandó entrenarse con el primer equipo a un joven talento del juvenil tan irreverente en su juego como en su actitud fuera del campo. El entrenador del juvenil montó en cólera y le echó en cara a Valdano que cómo podía subir a aquel rebelde que apenas hablaba a sus compañeros y ni siquiera daba los buenos días. La respuesta de Valdano fue franca: “cuando quiera un novio para mi hija no lo eligiré a él”. Para jugar al fútbol sí eligió a José María Gutiérrez, “Guti”.
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Han pasado 14 años desde entonces, pero las dudas en torno a este futbolista poco han cambiado. Si irregularidad ha destacado de tal manera que ha pasado a ser su característica más dominante. Al menos para sus críticos. Los amantes del buen fútbol prefieren quedarse con sus excelencias. Es una cuestión de darle la vuelta a la tortilla. Los críticos achacan que nunca ha sido titular indiscutible en su trayectoria. Pero, ¿cuántos jugadores han estado durante tantos años seguidos en el Real Madrid? Los detractores añaden que su presencia en la selección ha sido escasa. Pero, ¿qué jugador se recuerda que haya suscitado tanta demanda social por no acudir con España? Sus opositores denuncian su escaso sacrificio defensivo. Pero, ¿cuántos pivotes son tan desequilibrantes en el juego de ataque de su equipo?
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Seguramente la gran debilidad del de Torrejón ha sido el agresivo debate en torno a su juego. La exacerbada crítica y el exceso de alabanzas recibidas le han hecho mucho daño. Guti no deja indiferente a nadie, sus detractores no le pasan ni una y sus defensores salen de sus trincheras a la mínima oportunidad. El Guti-debate se ha convertido en una guerra civil en el que toda persona debe tomar parte de uno u otro frente. Si alguien no se moja corre el riesgo de verse en medio de un fuego cruzado. Y si, por casualidad, ¿Guti no es un desastre defensivo que hace vulnerable al Real Madrid? Y si, por casualidad, ¿Guti no es el jugador más desequilibrante del mundo que gana partidos él solo? Quizás simplemente se trate de un fantástico futbolista al que hay que aprovechar sus mayores virtudes por únicas en el mundo del fútbol.
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En defensa de Guti hay que esgrimir que algo está cambiando esta temporada. Quizás sólo sea una intuición, pero parece más maduro, o mejor dicho parece maduro al fin. Poco se parece a ese jugador poco comprometido que daba prioridad a la comunión de su hija frente a sus obligaciones profesionales. Aunque solo hayan pasado unos meses, quizás es el tiempo que ha necesitado Guti para superar la pubertad como futbolista. Desde la vuelta de Florentino parece liberado de responsabilidad. Como si el hecho de que no se esperara nada de él le haya supuesto estar al fin fuera de los focos. Ahora debe representar un nuevo rol, como complemento de los artistas. No hace falta recordar que los papeles más destacados de Guti coincidieron con la llamada época galáctica donde su innato talento se complementó a las mil maravillas con los Zidane, Ronaldo o Figo. El mismo Ronaldo nada más recalar en el conjunto blanco dijo que lo que más le había llamado la atención del equipo era Guti, “lo hace todo tan fácil…”.
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Veremos cómo es el devenir de la temporada. Es larga y habrá minutos para todos, pero también habrá oportunidades para que Guti vuelva a las trastadas. O no, quizás ha madurado realmente. Por el momento, cerca de los 33 años, parece que Guti ha madurado y ha asumido su nuevo rol. Para los críticos es una pena que lo haya hecho tan tarde. Para sus defensores está aún a tiempo de aportar grandes cosas al Real Madrid. ¿Guti genio o Guti farsante? El tiempo nos dirá quien tiene razón, pero conviene recordar que entre el blanco y el negro también existe el gris.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Silva coge el testigo de Valerón en la selección

La deuda de la roja con Arguineguín
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El 5 de enero de 2005 el Eibar se jugaba sus opciones de subir por primera vez en su historia a 1ª división en el Camp d’Esports de Lleida. En el minuto 92 y con empate a un tanto en el marcador, un joven jugador del Eibar encara al meta contrario pero incomprensiblemente cesa en su empeño y lanza el balón fuera de banda. ¿El motivo? Su marcador está tendido en el suelo y necesita asistencia médica. El protagonista del gesto se llama David Silva y, con 18 años, se lleva el premio a la deportividad de aquella temporada. El Eibar pierde 2 puntos valiosos en una temporada que terminó 4º.
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Mucho ha cambiado la vida de Silva desde entonces. De poner la nota de calidad en las tardes de Ipurua a indiscutible referente del Valencia y de la selección española y ser considerado como uno de los grandes de Europa. En la formación del talentoso centrocampista español dos sucesos son clave. El primero su mencionada temporada en el Eibar. Los que le conocen dicen que con su paso por el conjunto armero ganó en carácter. Un equipo acostumbrado a la lucha y a los balones en largo, sufrió una mutación inimaginable de la mano de Mendilíbar, ayudado por las pinceladas de calidad del artista Silva en la media punta. Allí aprendió a competir, a ganarse el puesto y el respeto de compañeros y afición. Hasta entonces todo había sido un camino de rosas, tanto en el Valencia como en las categorías inferiores de la selección.
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El segundo suceso tiene que ver con su origen. David Silva procede de Arguineguín, una pequeña localidad de Gran Canaria de apenas 25.000 habitantes que en pocos años ha visto nacer a dos cracks del fútbol español: el propio Silva y el que sería su ídolo, Juan Carlos Valerón. El superclase del Deportivo y de la selección española fue desde el principio su modelo a seguir y de él ha heredado su clase y calidad. La precisión en el pase, saber llevar el tempo del partido o la elegancia en la conducción son atributos superlativos en Valerón que el pequeño David puso pronto en práctica. Además, Silva he mejorado en uno de los defectos que se señala a Valerón. David Silva también tiene mala leche. En Eibar forjó su carácter y aprendió que para ser un futbolista perfecto también debía aprender a defender. Después en Valencia, al lado de los Marchena, Albelda o David Navarro se hizo más duro, sin cruzar ciertos límites, por el riesgo a convertirse en un pandillero.
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Hubo un tiempo que España bailaba al ritmo que marcaba el flaco de Arguineguín, Valerón. Ahora el papel de Silva es diferente. Es un complemento de enorme calidad a la autoridad demostrada por Xavi, Alonso o Iniesta. Sin embargo, es un indiscutible. Durante la pasada Eurocopa fue de los jugadores que más minutos jugó y tuvo un papel más destacado. Si las lesiones le respetan, su plaza en el once de la roja está asegurada.
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Arguineguín está de enhorabuena. Valerón se irá, no le quedan muchos años, pero Silva cogerá su testigo. Los aficionados al buen fútbol se alegrarán cada vez que Silva firme actuaciones como la del pasado sábado ante Bélgica. Su paisano Valerón se alegrará aún más cuando repita acciones como la que hizo en aquel Lleida Eibar. Así son los futbolistas nacidos en Arguineguín: buenas personas y excelentes futbolistas.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Argentina vs Brasil, algo más que un partido

El derby del mundo
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Hasta 93 duelos en 95 años de histórica rivalidad engrosan la leyenda de los Argentina- Brasil. Nunca un duelo de selecciones se había parecido tanto a un duelo nacional e incluso regional. Hay casos en los que la rivalidad podría compararse con la de dos pueblos separados por apenas kilómetros y que se juegan el honor de la comarca. Así ocurrió por ejemplo en 1920 cuando en Buenos Aires se jugó el clásico más sorprendente de todos: 8 jugadores por cada bando iniciaron el encuentro. ¿La razón? La tarde anterior los periódicos locales habían insultado a los jugadores brasileños llamándoles “macacos” en sus páginas. Muchos no toleraron la humillación y renunciaron al partido. Sólo 8 jugadores brasileños se presentaron a jugar y los argentinos no tuvieron más remedio que equilibrar fuerzas saltando al campo con el mismo número de jugadores.
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Lo cierto es que la mayoría de encuentros de esta índole tienen lugar sobre torneos menores: Copa América, fases de clasificación, campeonatos Panamericanos o el tan exaltado por los argentinos torneo olímpico (sin duda ayudan las dos medallas de Argentina en esta especialidad), pero este hecho no les resta un ápice de competitividad. Pero es que, además, esta vez el partido tiene un plus añadido: la posibilidad de que Argentina pierda la cuarta plaza que da acceso directamente al campeonato del mundo y se vea abocada a la repesca. Para los brasileños es cuestión de orgullo, para los argentinos de orgullo y algo más, de no quedarse fuera del mundial más de 40 años después.
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El escenario elegido está a 300 kilómetros de la gran urbe de Buenos Aires. Ni el Monumental ni la Bombonera acogerán el duelo. La final se disputará en Rosario, concretamente en el estadio Gigante de Arroyito, frente de una de las batallas más épicas del fútbol argentino, la que disputan todos los años Rosario Central y Newell’s Old Boys por la hegemonía en la ciudad. Canallas y leprosos se unirán por una vez, y sin que sirva de precedente, en un solo canto para animar a la albiceleste. El campo de batalla también tiene su valor simbólico: Leo Messi vuelve a las calles donde se le vio dar las primeras patadas.
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Argentina busca su identidad futbolística de la misma manera que Maradona busca la suya como entrenador. La albiceleste todavía no tiene un patrón definido. Diego quiere un equipo ordenado y compacto, en el que las estrellas Messi y Agüero gocen de la libertad adecuada para resolver partidos. Se palpa en el planteamiento la influencia de Bilardo, quien con un equipo sólido pero no brillante se proclamo campeón en México 86, defendiendo con 10 y con plena libertad para un tal Maradona. Si Argentina está buscando su identidad, Brasil tiene la suya muy marcada, pero es la menos brasileña que se le recuerda.
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Como un ejército espartano, Dunga tiene a sus jugadores mentalizados para defender con éxito. De resolver arriba se encargará Kakà y Robinho en alguna acción aislada, las jugadas de estrategia o el oportunismo de Luis Fabiano. En otras palabras, la selección brasileña que siempre enamoró incluso en la derrota (la selección que fracasó en España 82 sigue siendo considerada de las mejores de la historia) ha dejado a un lado el romanticismo y sólo piensa en el resultado. Un Dunga acostumbrado a sobrevivir como jugador entre artistas mucho más talentosos que él, ha sabido vender su selección como un equipo “ganador”. Parece que Brasil nunca hubiera ganado nada jugando bien al fútbol. Tan solo 5 mundiales.
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El partido nos dejará un resultado más para la estadística y miles de historias para el recuerdo. Como la expulsión de Maradona ante los brasileños en el mundial de España, o aquella jugada maravillosa de Maradona en el mundial 90 que le sirvió a Caniggia para eliminar a los brasileños, o los famosos botellines de agua infectados del mismo partido o el paseo de los brasileños en la final de la última Copa América que se llevaron tras un humillante 3-0… Al final todo será un resultado más y la rivalidad seguirá, pero cuidado si pierde Argentina. Quedarse sin mundial haría rodar cabezas, sería algo así como perder el camino a la tierra prometida, aunque sea su propio Dios el máximo responsable.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Los rossoneri ante una difícil temporada

El ocaso del Milan

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La rabia de Gattuso escenifica la ofuscación del Milan. El otrora grande de Italia y de Europa hace tiempo que ha dejado de sonar para papeles principales y ha pasado a presentarse como un vulgar actor de reparto. La expulsión de Gattuso, digna de una película de los hermanos Marx, ejemplifica correctamente el rumbo que ha tomado el club.
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En un ataque milanista, Ringhio se esfuerza demasiado y pide el cambio. Tras pasar por las manos del fisio, Gattuso vuelve al campo con una aparatosa venda. Se ve claramente que no puede continuar en el campo, lo que se encarga de demostrar en la acción que da lugar al 0-2. Gattuso corre desesperadamente detrás de Eto’o y al llegar al área le agarra cometiendo penalty y ganándose la primera amonestación. Tras este incidente, y con el calabrés ya fuera de sí, acude al banquillo para realizar el cambio. Un Leonardo lento de reflejos ordena la entrada de Seedorf en el terreno. El holandés, con la edad de un veterano pero el comportamiento de un juvenil, no está todavía listo y se coloca las botas con una sorprendente parsimonia en el banquillo. Gattuso vuelve al campo hecho una furia y se lleva a Sneijder por delante. Segunda amarilla y al vestuario.
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No es algo que deba sorprender. El club más poderoso de Italia y segundo en Copas de Europa ya no es lo que era. Nos es ese equipo que hacía temblar a la quinta del Buitre, ni el que dio una lección al Dream Team de Cruyff en Atenas. No. Tras unos años sumido en la mediocridad, con sanciones federativas incluidas, parece ahora más que nunca avocado al sufrimiento. La terrible gestión de Galliani (marioneta de Berlusconi), parece que ha causado estragos en una plantilla descompensada y envejecida...
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Ancelotti fue durante varias temporadas el entrenador ideal para el Milan. Técnico tranquilo, salido de la casa, con buen gusto por el fútbol (al menos comparado con el resto de entrenadores del calcio) y con mano izquierda para saber llevar a Berlusconi, que es lo más importante en el Milan. Ancelotti tiene tan buen carácter que incluso podría haber lidiado con Jesús Gil en sus etapas más intempestivas. Bueno, tampoco hay que exagerar. Ahora, Galliani y Berlusconi han dado las riendas al joven e inexperto Leonardo. Llevados por la Pep-moda (técnicos jóvenes que hayan estado en la casa como jugadores y con hambre de títulos), al igual que la Juve con Ferrara, los milanistas confían su suerte a un técnico que aterriza con ideas nuevas pero viejas las heridas. Una plantilla descompensada en la que solo Pirlo parece capaz de crear fútbol. Una defensa que vuelve a descansar sobre los hombros de un renqueante Nesta. Delanteros, que salvo Pato, perecen de un nivel insuficiente para un grande de Europa. Y por encima de todos los errores, Ronaldinho.
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El primer gran fallo de los dirigentes es dar alas al brasileño, con subida de sueldo incluida para que sepa que el club confía plenamente en él. El jugador más joven en convertirse en un ex futbolista nunca se caracterizó por su capacidad de sacrificio ni para asumir demasiadas responsabilidades. Lo suyo siempre fue más de destellos, de resolver los partidos en acciones aisladas. Ahora, sin encontrar la forma y sin la sombra protectora de Kakà, el brasileño parece sobrepasado por la responsabilidad. Aunque el olor a mundial al final de la temporada puede ayudar a su cambio de mentalidad, no parece preparado para un desafío tan grande.
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El Inter reina a su antojo en la capital de la Lombardia. La Juve parece renacer tras el descenso y con acertadas incorporaciones como Melo y Diego. Equipos emergentes como la Fiorentina, el Nápoles o la Sampdoria pueden amenazar el sistema de poder del Calcio. Pero poco parece cambiar en el actual horizonte rossonero. Se atisban muchas pataletas de Gattuso este año con lo que le espera.

viernes, 28 de agosto de 2009

Las ventas de los holandeses debilitan al Madrid

Florentino, Robben y el servilismo
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Florentino construye una gran plantilla”, “El equipo más equilibrado de los últimos años”, “Ahora el Madrid dispone de fondo de armario”, “Pérez aprende de sus errores”… titulares como estos se podían leer en el diario Marca apenas hace una semana. El Madrid asustaba. Cuando los titulares no sentenciaban, los Sneijder, Guti, Robben o Higuaín salían desde el banquillo para reventar el partido. En dos días esta visión ha dado un giro radical.
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Sneijder y Robben han salido del equipo en 48 horas. Dos jugadores jóvenes, con proyección, los mejores del equipo en las dos últimas temporadas (Sneijder hace dos y Robben el año pasado) y que se antojaban importantísimos para que el Madrid no sufriera los mismos males que en la primera época galáctica: la falta de recursos más allá del once inicial. Y, además, el Madrid vuelve a quedar como el más tonto de Europa. Pregunta por Ribery y le dicen que cuesta 80 millones, se lleva los reproches del Bayern todo el verano y al final acaba vendiendo a Robben a los alemanes por 25. ¿Realmente hay tanta diferencia entre los dos jugadores?
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Y es que con las ventas este Madrid cada vez recuerda más al de la primera época de Florentino, sobretodo cuando Queiroz se sentó en el banquillo. Ese año el equipo hizo un fútbol fantástico, arrasaba en todas las competiciones, Ronaldo era demoledor, Casillas un salvador cuando la cosa se torcía. Pero eran 11 jugadores, o más bien 10 y el parche de Pavón, llevado al once por razones propagandísticas. El equipo llegó reventado al final de temporada y el resultado es de todos conocido, año en blanco.
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Tras las ventas de estas dos piezas, lo lógico es oír voces discrepantes en torno a la decisión. Pues no. Salvo contadas excepciones en artículos de opinión, la corriente iniciada por el Marca ha sido la de intentar defender a capa y espada la decisión de Florentino. El servilismo del diario con el presidente blanco alcanza cotas vergonzosas con la portada de hoy. Bajo el titular de "Bien vendido" el diario justifica la venta en cuatro razones. La primera, que el propio Robben pidió irse, cuando de sus declaraciones nunca se ha desprendido tal cosa, más bien todo lo contrario. La segunda, que se ha perdido 36 partidos en dos años, aunque teniendo en cuenta su papel esta temporada se podría haber cuidado su salud dosificándole adecuadamente. La tercera y más irrisoria, que los merengues sacan a los alemanes 25 kilos en plena crisis (sic), creo que no hará falta acordarse de lo que ha "sacado" media Europa al Madrid en el mismo tiempo de crisis. La cuarta, un habitual ejercicio de futurología: Ribery vendrá la próxima temporada o esta.
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Se trata de un intento descarado de intentar justificar la venta y que la gente no critique la decisión. Un ejercicio que ni los propios medios del club hubieran hecho tan bien. Nunca se había visto un ejemplo de servilismo tan claro, la portada debería ser enseñada en las facultades de periodismo de todo el país, concretamente en la asignatura de periodismo institucional.
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Una vez más queda claro el respeto y/o miedo que crea la figura de Florentino Pérez en los medios de comunicación. Al presidente blanco no le tembló el pulso a la hora de eliminar las personas del área de comunicación del club, ni de disolver Realmadrid Radio dejando a una treintena de profesionales en la calle, porque sabe que el sector de los medios está en su mano. Y en caso de problemas, la verborrea de Valdano siempre ayuda. Pero el fútbol es ante todo resultados y cuando estos lleguen no hay nada que pueda disimularlos ni disfrazarlos de otra cosa. Al final de temporada veremos qué ha ganado el Madrid. Si hay títulos, Florentino volverá a ser el ser superior. Si no los hay, Florentino será demonizado. Claro que siempre puede volver a abandonar el barco merengue a mitad de temporada por la puerta de atrás. No sería la primera vez…

jueves, 20 de agosto de 2009

Real Madrid- Barça, aspirante y campeón en el ring

El combate del Siglo
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En 1973 en Kingston (Jamaica) Frazier defendía su título de campeón de los pesos pesados contra el aspirante George Foreman. A los dos asaltos, Foreman había tumbado unas seis veces a Frazier hata dejarlo KO. Ayer, el Real Madrid se presentaba en el panorama europeo como invitado de lujo en la fiesta del Borussia Dortmund. A los dos minutos, una obra de arte de Kaka había dejado en bandeja el primer gol a Granero para encarrilar el partido. Ambos casos fueron ejemplos de contundencia. Golpes directos, certeros, potentes. Los rivales, que apenas habían entrado en calor, se van a la lona, ante unos golpes que apenas pueden preveer.
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Y es que este Real Madrid de Pellegrini tiene algo de los púgiles más duros como Foreman, acaba con sus rivales en la lona por KO. Poco se ha visto hasta la fecha del juego que pretende el chileno, en cambio sí se ha confirmado una sospecha: la pegada de este Madrid es brutal. Aún es pronto para poder analizar a fondo este nuevo Real Madrid. Casillas debe ajustar sus salidas en balones colgados, la defensa titular tiene que alcanzar una compenetración que solo es posible con la continuidad de la alta competición, Xabi Alonso ha de hacerse definitivamente con los galones, los de arriba deben empezar a conocerse, jugadores como Guti o Robben han de aceptar su condición de revulsivos y, sobretodo, Cristiano Ronaldo debe empezar a disfrutar con el balón. Pero si algo ha mostrado el nuevo Real Madrid que recuerda a la anterior época galáctica es que no necesita jugar bien para machacar a los rivales. Sus golpes son terribles.
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Claro que si el Real Madrid es Foreman, el Barcelona necesariamente tiene que ser comparado con Ali. El boxeador bailaba sobre el cuadrilátero como el Barça baila a sus rivales sobre el verde. Su propuesta es diferente: fútbol fluido, donde el balón circula a la velocidad que se movían los pies del gran Muhammad. No es que le falte pegada, ni tenga que envidiarle este aspecto al Real Madrid. Es que sus virtudes son tantas que la contundencia en el área queda en un segundo plano. Sin embargo, segundas partes nunca fueran buenas, y habrá que ver hasta que punto el juego del Barcelona se ha convertido en previsible y los rivales ya se han estudiado esa lección. Ya el año pasado el Chelsea le puso contra las cuerdas, aunque un directo en el último asalto del peso mosca Iniesta mandó a los ingleses a la lona. El Manchester City es un ejemplo de que los culés no contarán este año con el factor sorpresa.
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Conocemos la propuesta del Barça, aún impresionados por su temporada del año pasado. El Real Madrid aún está redactando la suya, pero lo que sugiere tiene visos de grandeza. El combate será apoteósico, casi tanto como la batalla de Kinshasa entre los dos mejores boxeadores de la historia: Foreman y Ali. En aquella ocasión la victoria fue para Ali. Aunque el favorito era Foreman, lo que estropea la comparación con este Madrid- Barça. Campeón y aspirante esperan impacientes en sus esquinas, la atractiva chica de turno se pasea por el ring anunciando el primer asalto, el árbitro llama a los contendientes. Suena la campana, comienza el combate…

lunes, 17 de agosto de 2009

Arsene Wenger y la enésima reconstrucción

Atrapado en el Arsenal
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En la película “Atrapado en el tiempo”, el meteorólogo Phil Connors (Bill Murray),se ve atrapado en el mismo día 2 de febrero, el famoso día de la Marmota en Estados Unidos. Todas las mañanas se levanta bajo el mismo mensaje de la radio y repite una y otra vez las mismas acciones hasta desesperarse. Arsene Wenger bien podría haber sido el protagonista de la película en vez de Bill Murray.

A Wenger le pasa una cosa parecida todos los años. Cada pretemporada supone una pérdida significativa en su plantilla. Las estrellas que han visto crecer su áurea en el Arsenal abandonan la mano de Wenger, ansiosos de dinero y títulos en otros lugares. Lo hizo Henry en su momento, como Vieira, Overmars, Petit o Anelka. Los últimos en seguir tan peligroso camino fueron Adebayor y Kolo Toure, directos a los euros del poderoso –económicamente- Manchester City. Y el adjetivo de “peligroso” no es gratuito, muy pocos son los que han seguido su camino de éxitos lejos de los Gunners.

El Arsenal es un equipo que históricamente se caracterizó por el mal juego y la antipatía. Se le consideraba el apestado de Inglaterra, lejos de la simpatía que despertaban sus vecinos Tottenham o West Ham, acostumbrados a equipos que hacían disfrutar con su fútbol. Aunque, a decir verdad, el Arsenal siempre fue un equipo más ganador que los citados anteriormente, el más dominante de Londres. Todo cambió con la llegada de Wenger. El francés demostró que podía cambiar todos los años de historia anteriores. Wenger transformó por completó la idea de fútbol rudimentario que se había instalado en las cabezas de los aficionados que acudían a Highbury. El Arsenal sufrió una metamorfosis en poco tiempo: pasó de ser el último club con las señas de identidad británicas clásicas a convertirse en el más europeo de los clubes de la isla.
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Si algo ha caracterizado siempre al Arsenal es su apasionada hinchada. El famoso escritor Nick Hornby, quizás su mayor fan en el mundo, resume en el clásico “Fiebre en las gradas” su pasión por el Arsenal en una frase. “Me preocupa la perspectiva de morir a mitad de temporada”, sobran los comentarios. Estos aficionados fueron los primeros en aplaudir este cambio de mentalidad y en enamorarse de Arsene Wenger y su especial apuesta.
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Las consecuencias del cambio son que en las últimas décadas el Arsenal siempre ha sido asociado al buen fútbol y a jugadores de calidad que ponían la piel de gallina con sus actuaciones. Hablamos de Bergkamp, Kanu o el mismo Henry. Ahora, Wenger se enfrenta al mismo desafío de todos los años, reconstruir un equipo basado en la juventud. Ya en la primera jornada se puede comprobar que jugadores como Bendtner o Diaby ven súbitamente cambiar su rol de gregarios por las de jefes de filas en el esquema de los gunners en tan solo unos meses.
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Si la historia reciente del Arsenal siguiera el argumento de la película protagonizada por Bill Murray lo lógico es que los cañoneros practiquen un gran fútbol, den alguna que otra sorpresa en Europa, y acaben en un digno cuarto puesto en la Premier por detrás de los más poderosos económicamente Manchester, Chelsea y Liverpool. Pero cuidado, porque en “Atrapado en el tiempo” el protagonista al final consigue romper el maleficio y avanzar de día. Quizás el Arsenal pueda hacer algo parecido. De momento comienza la liga como líder.

sábado, 18 de julio de 2009

Reyes sin Corona (Capítulo II)

Reyes sin corona es un serial en el que se recordarán equipos históricos que quedarán en los anales de la memoria, pero no en la de los trofeos. Grandes fracasos con el viento a favor, equipazos a los que se les escapó la victoria en el último momento o derrotas que son victorias morales son algunos de los ejemplos del serial. Hoy: La Holanda del 74. m m
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La Naranja Mecánica reinventa el fútbol
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En el libro “Dios es redondo”, el escritor mexicano Juan Villoro tiene una curiosa teoría sobre los fracasos de Holanda (en realidad el país se llama Países Bajos) en los mundiales. Para Villoro el problema de Holanda es la ausencia de sufrimientos. Los holandeses son gente feliz. Aunque pierdan lo hacen bajo una forma de entender el fútbol que les hace estar orgullosos, caer con dignidad. Que un país de tan sólo 16 millones de habitantes tenga una aportación tan significativa en la historia del fútbol es un expediente X. Nunca se había visto una concentración de talento tan grande en tan poco espacio. Quizás esa autocomplacencia es lo que le alejó del título en el mundial del 74.
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El desenlace de este mundial supuso que el nombre de Alemania figurara en los libros de historia del fútbol como campeón. También supuso que los aficionados recuerden con nostalgia a once holandeses alrededor de un balón que se pasaban los unos a los otros como si quemara bajo sus pies. A once hombres con la camiseta naranja que atacaban y defendían con el mismo ímpetu. A once jugadores que practicaron el fútbol total. Para alivio de los seguidores con buen paladar, que veían como el fútbol había evolucionado en unos años del 2-3-5 inicial a las defensas con 5 hombres y un líbero. A todo esto se le llamó Naranja Mecánica. Nunca un sobrenombre fue tan injusto.
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El fútbol de los tulipanes estaba muy lejos de ser mecánico. El juego memorizado y con poco espacio para la imaginación era más bien cosa de los alemanes que se empleaban en el césped con la misma pasión y concentración que los operarios de una cadena de montaje, esperando con ansias a que el árbitro señalara el final del partido para comprobar que su trabajo ha terminado (normalmente con victoria de Alemania) y poder volver a casa con sus mujeres. Lo de Holanda era otro plan. Salían a disfrutar, a tener el balón y moverlo con rapidez e inteligencia. El pitido final del árbitro suponía una decepción para los holandeses del mismo nivel del que se llevan los chavales con el timbre que indica el final del recreo. Comandados por Cruyff, es una ardua tarea intentar plasmar aquella alineación sobre un gráfico. Por todo el frente de ataque se movían los Rep, Resenbrink o Neeskens, junto a Johan. Hasta el portero, Jongbloed, era mejor con los pies que con las manos. Los extremos volvieron a ser importantes, los defensas con buen manejo del balón también. El 4-3-3 se puso de moda.
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Pero es esta otra historia de reyes que no llegaron a coronarse. De tropezones en el último escalón. Da tartas sin guindas. Para Holanda el camino a la final fue un campo de rosas, incluyendo la forma de aplastar a Argentina y a Brasil en segunda ronda. Ni siquiera se había encontrado con un resultado a remontar en todo el torneo. El sufrimiento es inherente a la historia alemana y de esta forma alcanzaron el último partido los germanos. Recibiendo críticas, con una presión asfixiante por su condición de local, sin jugar a su máximo nivel y con una dolorosa derrota en primera ronda ante la otra Alemania, la Democrática.
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Además, este sufrimiento podría ampliarse a los mundiales anteriores. En Inglaterra un gol de Hurst que sólo el árbitro vio decantó la final del lado de los ingleses. En México, tras la mejor prórroga de la historia del fútbol, los italianos les habían dejado sin alcanzar el último partido. A esto se refería Villoro, mucho dolor acumulado. Y Alemania, además, tenía al Kaiser. El resto es historia. Beckhenbauer, acomodado ahora a la posición de libero, guió a los germanos a la victoria. Holanda se adelantó pero los goles de Breitner y “Torpedo” Muller le dieron su segundo mundial a Alemania.
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La aportación de Holanda al fútbol trasciende lo ocurrido en el terreno de juego. Es una de las fuentes más importantes en la controversia entre los llamados resultadistas y los amantes del fútbol de toque. Si no hubiera una selección así habría que inventarla, al igual que no podríamos entender el deporte rey sin la racanería de los italianos. Quizás algún día Holanda gane el mundial, la historia se lo debe. Hasta que llegue ese momento, sus aficionados seguirán tiñendo las gradas de naranja y sus estómagos de cerveza mientras acuden al campo sabiendo que lo que van a ver les va llenar de un orgullo superior al de la simple victoria. La naranja mecánica, histórica perdedora, siempre gana al ser recordada.

viernes, 10 de julio de 2009

Reyes sin Corona (Capítulo I)

Reyes sin corona es un serial en el que se recordarán equipos históricos que quedarán en los anales de la memoria, pero no en la de los trofeos. Grandes fracasos con el viento a favor, equipazos a los que se les escapó la victoria en el último momento o derrotas que son victorias morales son algunos de los ejemplos del serial.
Hoy: La Hungría del 54.
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La mayor sorpresa de la historia

Con este título cualquiera podría pensar en el Maracanazo. La llamada mayor sorpresa de la historia en la que una respondona Uruguay sumía en la mayor de las decepciones a la hinchada brasileña ganando un título contra todo pronóstico en un Maracaná abarrotado por casi 200.000 brasileños con camisetas conmemorativas de una victoria que nunca llegó. Sin embargo, para muchos la mayor sorpresa de la historia ocurrió cuatro años después.m

El mundial de Suiza, en el 54, tenía un favorito claro. Hungría llevaba 4 años sin perder partido alguno, sus jugadores jugaban de memoria y la alineación se sabía de carrerilla (Grosics–Buzánszky, Lóránt, Lantos – Bozsik, Zakariás – Budai II, Kocsis, Hidegkuti, Puskás, Czibor). Hungría fue el primer conjunto en poner en práctica con éxito el 4-2-4 en el que los centrocampistas dejaban de ser meros acompañantes para sumarse al potencial ofensivo del equipo. Bajo el ideal comunista, la gran parte de los jugadores de la selección magiar jugaban en el mismo equipo, el Honved, equipo del ejército por cierto, y además de fútbol practicaban más deportes, como la gimnasia, para mejorar sus condiciones atléticas.m

Tan sólo 1 año antes, Hungría había asombrado al mundo con una histórica victoria en Wembley. Los ingleses, heridos en su orgullo tras el ridículo en el mundial de Brasil en el 50, plantearon el partido contra Hungría como su manera de regresar a la élite del fútbol mundial, de demostrar que los creadores de este juego eran aún los dominadores absolutos. Los periódicos ingleses no dudaron en titular el partido como “The match of the Century”, el primero y original aunque, año tras año, nos encontremos otros “partidos del siglo” en cada una de las competiciones europeas. Inglaterra tenía una selección fuerte, pero Hungría jugaba a otra cosa. Wembley primero enmudeció y luego no tuvo otra opción que ovacionar a los magiares ante tal exhibición futbolística. Hungría venció en Wembley 2-.6. Puskas hizo 2 goles.m

Al año siguiente se organizó la revancha en Hungría. Los magiares volvieron a ganar, esta vez por 7-1. Puskas no falto a su doble cita con el gol. Con estas credenciales se presentó Hungría en Suiza. Por si quedaba alguna duda en la fase previa vapuleó a Corea del Sur por 9-0 y a la República Federal de Alemania por 8-3. En cuartos se deshizo de los brasileños por 4-2 en la llamada “batalla de Berna”, por la dureza empleada por ambos equipos. En semis llegaba la invicta Uruguay, campeona de las 2 ediciones en las que había participado. Otro 4-2 y Hungría a la final donde esperaba Alemania. Sí, la misma que había caído en primera ronda por 8-3.
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La única nube en el firmamento húngaro era la lesión de su estrella, Puskas, que arrastraba molestias desde el primer partido. Pero Puskas pudo finalmente salir al césped de Berna y contribuyó activamente con un gol a que en el minuto 9’ Hungría se pusiera 2-0. Los espectadores se prepararon para otra goleada, pero enfrente estaba Alemania. Los germanos empezaban a ver la luz después del régimen nazi y veían en el fútbol la oportunidad de recuperar el prestigio internacional.
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Alemania dio la vuelta al partido y dejó a los húngaros sin un entorchado que por fútbol merecían. Rahn firmó el gol de la victoria, un tanto cantado como símbolo de la resurrección nacional. Alemania consiguió así su primer título mundial. La generación de los Puskas, Kocsic o Czibor se quedó sin el título de campeón pero mostró al mundo un fútbol exquisito que parecía más sudamericano que europeo. A las orillas del Danubio aún se celebra el mayor éxito como si de un campeonato se tratase. Porque, como explica el inglés Gary Lineker, “el fútbol es un juego sencillo en el que 22 jugadores disputan un balón y al final siempre gana Alemania”.

martes, 7 de julio de 2009

Cristiano Ronaldo elige el 9

La matrícula de los deportistas
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“There’s only one Ronaldo”. Este era el lema que portaba una camiseta especial diseñada por el Manchester United el año pasado. El objetivo comercial era claro: se producía con la explosión mundial de Cristiano Ronaldo y la enésima caída al infierno de Ronaldo. Y digo Ronaldo, sin necesidad de especificar apellidos ni sobrenombres, porque como dice la camiseta comercializada por el Manchester sólo existe un Ronaldo, juega actualmente en el Corinthians. Equipo que aprovechó la polémica creada y el tirón comercial de su estrella para sacar una camiseta con la siguiente leyenda: “Sólo hay un Ronaldo que marcó 3 goles contra el Manchester en Old Trafford. Ganó 3 veces el FIFA World Player. Ganó 2 mundiales. Es el máximo goleador de la historia de los mundiales. Ha vuelto tres veces a la cima”. Sobran más explicaciones.
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Cuando Cristiano Ronaldo saltó al césped del Bernabeu se resolvió una de las dudas, qué número llevaría. El elegido fue el 9 y sobre el mismo, solamente “Ronaldo”, sin la C previa. La matrícula de los deportistas es en algunos casos asunto de importancia nacional. De simple superstición del protagonista a elemento de incalculable valor de mercado, el número en la camiseta siempre ha sido fuente de inagotables polémicas. Quizás fue Cruyff el primero. Después de despuntar en el Ajax con el 14 a la espalda, a su llegada al Barcelona, las estrictas reglas de la liga (que exigían que los titulares en el partido portaran una numeración entre el 1 y el 11) obligaron a Johan a cambiar su dorsal favorito. En su época de entrenador se decía que el futbolista sentado a su lado en el banquillo con el número 14 siempre era el primero en ingresar en el campo. Quizás casualidad, quizás superstición. Quizás un guiño a su época como jugador.
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Si ha habido un negocio que ha sabido desde siempre cuidar los detalles esta ha sido la NBA. En las franquicias americanas, cuando un ídolo se retira, se le homenajea retirando su camiseta y colgándola de lo alto del pabellón de manera que ningún jugador posterior pueda portar el mismo número. Cuando en marzo del 95 Michael Jordan anunciaba su primer retorno a las canchas con sus Bulls, se vio imposibilitado de vestir el número 23. El número había sido retirado en honor de un tal Michael Jordan y cualquier jugador que lo llevara de nuevo sería considerado como una falta de respeto. Aunque fuera la misma persona. Cuando David Stern dice algo, va a misa. Jordan se tuvo que conformar con el 45 esa temporada.
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A veces el número corresponde a cuestiones de superación personal. El deportista más extravagante del mundo, Gilbert Arenas, capaz de jugar al poker online en los descansos de los partidos o de construirse un gimnasio en su casa para muscularse las largas noches de insomnio, lleva desde que debutara en la NBA el número 0. La razón es sencilla, cuando jugaba en el colegio, un entrenador le dijo que iba a jugar 0 minutos. Noche tras noche, Arenas homenajea a este iluminado en su camiseta de los Wizards.
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Pero las matrículas se componen de números y letras. El nombre también es importante para el deportista. ¿Quién no recuerda al famoso Carlitos, delantero revulsivo salido de la cantera del Sevilla? Aconsejado por los altos mandos del club hispalense, Carlitos decidió cambiar su nombre al de Carlos, en un signo de madurez. Desde entonces, Carlos desapareció de los mapas del fútbol. Otras veces el nombre es parte de la identidad. El mejor deportista de todos los tiempos según la revista Time, el boxeador Muhammad Ali, sufrió una transformación. Ali nació y creció como Classius Clay, pero su conversión a la Nación del Islam propició el cambio de nombre. Esta transformación conllevó también un cambio de mentalidad. Comenzó a luchar contra el poder establecido, alzándose contra el hombre blanco y defendiendo los derechos de los afroamericanos. En el mejor combate de la historia, el disputado en Kinshasa frente a George Foreman, Ali se ganó el favor de los Zaireños con sus proclamas sobre el hombre de color. Cuando los dos boxeadores salieron al ring en “el combate del siglo”, la mayoría del público se mostró sorprendida: sólo entonces descubrieron que Foreman también era negro.
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En fin, estos son sólo unos pequeños ejemplos o excepciones a la regla común: la matrícula de los deportistas, su dni en el deporte, es secundaria respecto a sus logros. Sin embargo nunca está de más tener en cuenta a los mitos y mostrar especial sensibilidad con los que han hecho historia, sobre todo si siguen bien vivos. No sea que, dentro de un año, llegue el mundial de Sudáfrica y constatemos que sólo existe un Ronaldo. Y el Corinthians tenga que cambiar su camiseta conmemorativa para añadir algún logro más…

domingo, 5 de julio de 2009

Albiol, ante la difícil tarea de liderar la zaga del Madrid

Bajo la alargada sombra de Hierro

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“¿Dónde está Del Piero? ¡Se lo ha comido Hierro!”. Este cántico resonaba bajo la ostentosa mirada de la Cibeles el 21 de mayo de 1998. El Real Madrid acababa de recuperar su cetro continental. Volvía a reinar en Europa y Fernando Hierro, el Kaiser de la defensa blanca, había completado un partido tan perfecto que en los últimos 30 minutos la Juve apenas llegó a tirar a puerta.

Fernando Ruiz Hierro lo fue todo en el Madrid. Desde centrocampista goleador, hasta rey del centro de la defensa, además de amo y señor del vestuario y cáncer del mismo para muchos sectores críticos. Su dedo amenazante ante los árbitros imponía respeto y siempre se le concedieron licencias que a otros no se les permitían. Rivaldo aún guarda recuerdos del malagueño en forma de cardenales en sus castigadas piernas. Pero fue el mejor central en los últimos años. Y quizás, por qué no, en toda la historia del Madrid.
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Tras su retirada su vacío fue demasiado amplio. Raúl Albiol es la última adquisición del Real Madrid para intentar cubrir ese hueco. Un central que ha destacado en el Valencia y que ha acudido normalmente a la selección, eso sí, lejos siempre de la titularidad. Credenciales insuficientes a priori para rellenar un hueco tan grande. A su favor, Albiol tendrá a su lado a uno de los mejores centrales del mundo, Pepe, siempre y cuando su locura transitoria no afecta a su juego. Quizás sea un jugador de características parecidas al portugués. Central alto, estilizado, no exento de técnica, pero carente de la velocidad propia del portugués. El reto es grande, aunque por otra parte el listón no está muy alto. A parte de sonreír estupendamente y mostrar una extraordinaria actitud de deportista en su vida privada, el legado de Cannavaro en la defensa del Madrid es más bien pobre.
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A Albiol le va a costar bastante la adaptación a un club de la magnitud del Real Madrid. El tan famoso murmullo que acompaña a los defensas que no son del agrado del Bernabeu puede amenazar con aparecer en algún momento, como ya le ocurriera a los Julio César, Iván Campo, Secretario o incluso Marcelo en fechas recientes. Si hubiera que buscar un símil entre los últimos centrales que han desfilado por el Bernabeu en la última década posiblemente es más acertado sería el de Iván Helguera, el alumno aventajado de Hierro. El cántabro fue fundamental en muchos de los títulos de Real Madrid, con un excelente manejo del balón que le sirvió para jugar alguna temporada de medio centro, buen juego aéreo y capacidad de mando.
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El defecto más notable de Helguera, el tremendismo en alguna de sus acciones y la desesperación en el campo que le hacía más que digno cliente de un centro psiquiátrico, no parecen defectos constatados en Albiol, un tipo tranquilo hasta en los mayores momentos de euforia. “Mi sueño siempre fue jugar en el Valencia”, dijo en su presentación con el Real Madrid.