lunes, 28 de diciembre de 2009

Los mejores del año

Los Óscar de 2009 (1ª parte)
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Las comparaciones del fútbol con el mundo del cine suelen ser muy acertadas. Jorge Valdano fue uno de los últimos en hacer referencia al séptimo arte para definir un aspecto futbolístico: “Florentino Pérez prepara una superproducción”. Llegados al final de 2009 es hora de echar la vista atrás y elegir a los protagonistas del año que se cierra. Cada uno de los elegidos vivió alguna historia digna de la película más taquillera de Hollywood, aquí va este particular top.
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“Alien: Resurrection”: Ronaldo Nazario
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Iba para crack, para el mejor de la historia según algunos. Sus incursiones en la defensa contraria recordaban las del más sanguinario Alien en las naves espaciales. Completó dos campañas estratosféricas en Barcelona e Inter antes de destrozarse la rodilla por dos veces consecutivas. Adaptó sus condiciones físicas (mayor peso, menos explosividad) al juego. Redujo su campo de acción a los últimos 15 metros. Perdió velocidad, es cierto, pero ganó en experiencia y definición. Con todo, se convirtió en el mejor delantero del mundo, el máximo goleador de la historia de los mundiales y conquistó títulos allí por donde fue.
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Superada la treintena y con una forma física que recuerda al gremio de los ex jugadores volvió a reventarse la rodilla. Esta vez sí parecía su final. Pero volvió y sigue goleando en la liga brasileña. Es cierto que no es la más competitiva del mundo, que los defensas piensan en mil tareas antes que en defender, que tira los penaltis y que todo el equipo juega para él. Pero no nos quedemos en lo trivial, lo cierto es que Ronaldo ha vuelto a reinventarse. Ya ni siquiera corre más de 10 metros, ni puede irse de más de un defensa, pero sigue siendo un delantero competitivo. Es el tercer Ronaldo que se ha conocido y, con las mayores limitaciones del mundo, sigue haciendo goles. Por esto y por lo que ha representado para la historia del futbol merece un puesto entre los más destacados del año.
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“Esta casa es una ruina”: Atletico de Madrid.
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Lo del Atleti ya suena a cachondeo. El año no ha sido tan malo como se da a entender, pero es que el Atlético vende más por sus sufrimientos que por sus celebraciones. Ha jugado Champions, ha completado buenos partidos como ante Barcelona y Real Madrid la temporada pasada y aún está vivo en las tres competiciones, pero aunque la fachada es aparente, por dentro esta casa es una auténtica ruina.
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Unos dirigentes que son acusados día sí y día también de chorizos, un crack como Agüero que piensa más en su futuro lejos del Manzanares que en cómo arreglar los problemas, un entrenador destituido con rajada de algún jugador incluida, un técnico nuevo que da síntomas de hartazgo cuando no lleva un mes en el cargo. Es cierto que al Atlético se le tiene que dar horriblemente mal la campaña para bajar, pero en el club la palabra descenso crea un miedo inimaginable. Ya le ocurrió hace no tantos años y la plantilla no se lo creía. Que se lo pregunten a los Kiko, Valerón, Hasselbaink, Baraja, Capdevila, Molina y compañía. Si al final el desastre se consume, lo bueno que le queda al Atleti es que su gabinete de comunicación preparará un anuncio espectacular que hará a los colchoneros sentirse más orgullosos que nunca (ver “Papá, ¿por qué somos del Atleti?” o “Un añito en el infierno”). Así es el Atleti, una casa que sólo interesa cuando las cosas van rematadamente mal. Una casa que es una ruina.
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“Memento”: Ronaldinho
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Cualquier tiempo pasado fue mejor. El protagonista de Memento era un hombre atormentado incapaz de generar recuerdos a corto plazo. La última imagen en su cabeza es la de su mujer falleciendo y por eso se tatúa en su cuerpo todo lo nuevo que le ocurre para evitar olvidarlo. El crack brasileño ya no es capaz de recordar cómo se regateaba, ni cómo se pone en pie a la afición con quiebros imposibles, pases mirando al tendido o regates de fantasía. Quizás tenga que tatuarse en su cuerpo los recuerdos de cuando fue el numero uno y asombraba a todo el planeta.
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Aún se observan ciertos atisbos de un jugador que fue grande, pero insuficientes para volver a la cima. En el Milan es intrascendente, en la selección brasileña lucha por ir citado y su nombra suena a pasado en las galas de entrega de premios de final de temporada. 2010 es un año decisivo para él. El Milan quiere volver a estar arriba y la Copa del Mundo puede servir de incentivo para que Ronaldinho vuelva a centrarse de una vez por todas. Esperando su vuelta, siempre nos quedará la videoteca para asombrarnos con su magia en el Barcelona. Estos videos de jugadas maravillosas son sus particulares tatuajes.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Los problemas del Real Madrid

Horizontales y verticales
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Para un mejor entendimiento simplificaremos el problema. Sólo existen dos tipos de jugadores: los horizontales y los verticales. Los futbolistas verticales tienen la portería rival como obsesión. Son rápidos, eléctricos pero su entendimiento del juego a nivel general brilla por su ausencia. El jugador vertical cree que el camino más corto entre el punto “A” y el “B” es la línea recta. El brasileño Ronaldo era el prototipo de esta especie. Podía pasarse 89 minutos sin tocar la bola, pero cuando se le metía entre ceja y ceja el arco rival más de uno se ponía temblar.
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El jugador horizontal es más cerebral. Entiende el juego como un todo e intenta que sus acciones se adecúen al bien del equipo. Para llegar a un punto “B” desde otro “A”, muchas veces hay que dar algún rodeo. Zinedine Zidane es un buen ejemplo. En la primera era galáctica, con una plantilla llena de jugadores verticales (el propio Ronaldo, Figo o Roberto Carlos), el francés marcaba el ritmo del partido. La forma de jugar del Real Madrid se basaba en gran parte en lo que Zidane enseñaba en el campo, otros se encargarían luego de definir.
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Para la presente temporada, Florentino Pérez se propuso devolver al Real Madrid a lo más alto. Prometió no repetir los errores del pasado, pero nadie puede evitar hacer referencia a las analogías entre las dos épocas. Volvió a llenar el campo de jugadores verticales: al tan efectivo como poco participativo Higuaín, se le unieron el definidor Benzema y el jugador con la verticalidad más acentuada del mundo, Cristiano Ronaldo. El explosivo estaba comprado, sólo faltaba quien encendiera la mecha. Xabi Alonso fue nombrado capataz de las labores de construcción desde el medio del campo, como ocurre en la mayoría de equipos. Al pensar en el otro encargado de darle empaque al juego madridista se pensó en Kakà y ahí empiezan los problemas.
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Media punta de las últimas temporadas en el Milan, el brasileño fue fichado como el Zidane de la segunda era galáctica, el encargado de participar activamente en todas las jugadas ofensivas de los blancos. Tres meses después de su llegada, Kakà ha demostrado que se trata de un jugador totalmente vertical, alejado de la horizontalidad de Zizou. Sus armas no son la pausa, el cambio de juego o la protección del balón, características excelsas en el francés, sino que destaca por su conducción de balón y pase en los metros finales.
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Contra el Barça se vio la mejor versión de Kakà y del Madrid. Ante un equipo con predominio de jugadores horizontales (Busquets, Xavi, Iniesta e incluso Henry o Ibrahimovic), los verticales del Madrid lo tuvieron fácil: presionar arriba, forzar errores del rival y aprovechar los espacios dejados con velocidad. Los Cristiano, Higuaín o Kakà se sintieron muy a gusto y el Madrid demostró que es un rival a tener en cuenta en los grandes partidos.
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El problema está en la regularidad. En un partido de poder a poder, la velocidad en las acciones puede causar estragos, pero ¿qué ocurre cuando el rival es claramente inferior? En estos casos, el contrario tiende a encerrase. A levantar un muro delante de su portería de manera que para los jugadores verticales es más difícil el acceso. Entre un punto “A” y uno “B” con un muro de hierro en medio del camino, los jugadores verticales tienen a chocarse una y otra vez contra el obstáculo. Ahí es donde se hace necesaria la función del jugador horizontal que les explique que para sortear el muro lo mejor será rodear el mismo.
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Al Madrid le sobra calidad para asustar a cualquiera pero le falta elaboración para superar todos los obstáculos. De momento ha demostrado que sabe jugar con inteligencia un partido de poder a poder, que no es poco. Le falta aplicar la fórmula a partidos con exigencias distintas. Y esta vez, lamentablemente, no está Zidane.